A lo largo de la historia se han generado nuevos espacios y formas arquitectónicas como resultado de actividades de producción y consumo emergentes que se expresan como testimonios físicos de un tiempo y lugar determinado, las cuales se manifiestan en los centros de población generando transformaciones urbano-arquitectónicas.
A nuevas actividades se corresponden nuevas necesidades, si estas provienen además de un entorno social que la adopta de manera colectiva es común que lleguen a normalizarse y por lo tanto requieran de espacios, muchas veces efímeros o trashumantes que con el paso del tiempo llegan a consolidarse y dan origen a nuevos géneros arquitectónicos, tal como sucedió con los cines.
Hacia finales del siglo XIX llegaron a Mérida los primeros aparatos de proyección cinematográfica, sus incipientes funciones se realizaron en viviendas y teatros adaptados; estas eran mudas o musicalizadas en vivo hasta que con inclusión del sonido fue necesario construir espacios especializados, de esta manera, los cines se instalaron en predios cercanos a las plazas