El virus de la fiebre amarilla pertenece al género Flavivirus (Familia Flaviviridae), se caracteriza por ser una fiebre hemorrágica viral, pansistémica, que ocasiona daño hepático, renal, cardiaco, shock y es de alta letalidad. La fiebre amarilla representó una catástrofe de salud en los siglos XVIII y XIX para África occidental y las Américas, probablemente el virus se introdujo al nuevo mundo durante la conquista y la trata de esclavos. El descubrimiento (en 1900) de que los mosquitos eran los responsables de la transmisión y que la enfermedad era prevenible con el control del vector, así como el desarrollo de la vacuna contra la fiebre amarilla (1930) contribuyeron a reducir el temor asociado con la enfermedad. Sin embargo, en la actualidad se han identificado casos y brotes de fiebre amarilla en el continente americano, donde amenaza con expandirse. Si bien México cuenta con un sistema de vigilancia epidemiológica de enfermedades transmitidas por vector, es necesario estar alerta en caso de su posible introducción al territorio nacional, donde la población es susceptible dado que ha pasado casi un siglo del último caso, no se cuenta con una vacunación universal (únicamente para viajeros) y la circulación del vector está presente; por lo que las personas provenientes de áreas con transmisión o que visitan estas y carecen de vacuna contra la fiebre amarilla constituyen un riesgo de introducción y dispersión del virus.